El Viejo Almacén de Buenos Aires
Finalmente ha desaparecido. El restaurante argentino “El Viejo Almacén de Buenos Aires” al final ha sido derribado.
Esto era un entrañable restaurante argentino en el barrio madrileño de Saconia. Llevaba años resistiendo a su derribo frente a las ampliaciones de la modernidad de calles y carreteras que viene sufriendo Madrid. Un pequeño edificio que había resistido la desaparición del resto de casas bajas, al modo más tradicional de pueblo que había en la zona acosadas por Avenidas como Silesio Delgado y nuevas avenidas a punto de inaugurar. El Viejo Almacén de Buenos Aires de la calle Villamil ha dicho adiós. En los últimos días, como si estuviera en los últimos momentos en la UVI se podía leer en su tejado maltrecho con grandes letras blancas: AGUANTAMOS. Hace unos días pasé al lado y ya estaba definitivamente cerrado. Ya había muerto. Ya sólo había que desenchufarlo de sus máquinas hospitalarias. En las paredes había mensajes de despedida, todos con los colores de la bandera argentina. El día que quise parar a leer esos mensajes, ya sólo pude ver excavadoras sobre la montaña de escombros de lo que fue el restaurante.
No sé muy bien la historia de este restaurante, espero que alguien la pueda completar. Decir que se fundó en 1977, cuando vinieron desde un pequeño pueblo Asturiano a crecer en Madrid. Este restaurante era entrañable entrar a comer/cenar. Comida impecable con las principales especialidades argentinas. Pero lo mejor de todo, no era su comida. Era el ambiente que se podía vivir allí. Tras esa puerta, inimaginable dado el aspecto exterior del edificio, se entraba en un mundo que parecía volver a veinte años atrás, esos que no son nada. La decoración, cuidada hasta el último detalle te fusionaba con la vida argentina. Y la música y los tangos que te acompañaban durante la cena te hacían sentirte de una forma tan acogedora que era imposible no desear volver.
Ahora ya no está, según su web, tienen otro restaurante cerca de la otra ubicación, en la calle Ramón Gómez de la Serna. Esperemos que siga teniendo el mismo sabor de sus mejores tiempos argentinos y que nos siga haciendo pasar sus buenos ratos.
Un cliente agradecido.
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