El Canto de los Pájaros
Me quiero unir desde aquí en el recuerdo de aquel fatídico día que quedará siempre en nuestra memoria. Aquel día que todos recordaremos qué estábamos haciendo en el momento de recibir la noticia y como fue avanzando nuestro día descubriendo la magnitud de la tragedia. Ese 11 de marzo no debe olvidarse nunca. Las bajezas humanas de los autores hicieron engrandecer los espíritus de las personas.
Dentro de lo trágico que fue aquel día, hubo signos de humanidad, de lo que la gente era capaz de aguantar dentro de la tragedia dándose cuenta que el destino de otras personas había sido peor. Fue ejemplar las colas espontáneas que hubo para donar sangre. Gente dando mantas y comida para los heridos y el personal de servicios de emergencia. Aportando algo dentro del caos. La gente iba por la calle y nadie incrapaba a nadie. Ningún coche pitaba a otro por una torpeza al volante, es más, se pedían disculpas mutuamente. Se cedía el paso. Sentíamos que todos éramos víctimas y veíamos a los demás también como tales. El respeto ese día por los demás, se convirtió en un hábito fugaz. Duró poco, tan poco como que a los pocos días, todo el mundo se estaba tirando los trastos a la cabeza azuzados por nuestros políticos.
Pero hoy no es un día para hablar de políticos. Hoy es un día para hablar de los que se fueron, de los que quedaron con daños para el resto de sus días, de los que lo vivimos ese día de una forma más o menos cercana, de los que lo vivieron de una forma más lejana pero con el corazón en Madrid. Madrid quedó herida, pero Madrid se recupera por que la vida sigue.
Que nunca olvidemos a aquellas 191 personas y que mantengamos lo positivo que se consiguió ese día que fue la unión de todos.
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